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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Caras nuevas, ideas frescas

5 de junio de 2016

La cantinela la tenemos muy escuchada, si bien responde a una necesidad perentoria. Al juego como negocio le faltan productos que conecten con la juventud de hoy, rompedores, baratos y con chispa. Productos cogidos de la mano de las tecnologías de última hora que conciten curiosidad, que llamen y despierten la alegría del entretenimiento, que estimulen la mirada de un segmento de mercado al que hay que abrirle los ojos con fantasía, imaginación y su miajita de audacia. Porque solo de los osados es el reino de las grandes conquistas.

Pero la renovación progresiva del producto, la irrupción de herramientas distintas y más apropiadas para inyectarle músculo al negocio del juego también reclama de la presencia de actores nuevos. Que los hay y preparados. Pertenecientes a jóvenes generaciones que vienen pidiendo paso, a veces sin que se escuchen sus voces, o silenciando sus pretensiones.

Los reyes del mambo sectorial, que los hay y que vienen liderando el baile con maestría desde sus primeros compases, deben hacerse a la idea de que los amantes del rock empujan, quieren hacerse un hueco en la pista y desean sacar a la niña bonita. Ya se consideran con cintura y tablas suficientes para deslizarse con fuerza e intrepidez por cualquier círculo y al son de músicas variadas.

Aquí no se piden retiros cómodos a la playa de los jubilados de lujo para quienes han dirigido el cotarro por espacio de muchas décadas. Y que en la mayoría de casos continúan empuñando el timón de la nave empresarial con pericia y sabiendo en que dirección soplan los vientos y estando alerta ante posibles tempestades.

Aquí se impone la realidad generacional que toca a las puertas del cambio sensato y gradual. Renovando poco a poco el cartel de los protagonistas. Proyectando hacia el foco del cotidiano acontecer caras nuevas, sonrisas amplias, ideas frescas.

El juego, la vida impone sus leyes ineludibles, debe de asumir que se acerca a una nueva estación con parada. En la que bajarán otros viajeros con equipaje remozado, con indumentarias distintas y la mente puesta en pensamientos que quizás choquen con las teorías heredadas, pero que piden ser experimentados. Es la primavera de la juventud que solicita la venia. Para danzar a ritmo alocado de rock y oír el mambo como un recuerdo.