David Broncano, un señor al que no tengo el gusto de ver ni conocer, está pegado al aparato. Al de Radio Televisión Española que tuvo que soltar un montón de pasta para hacer de su concurso un fichaje estrella. Al de la Moncloa, ahí es nada, que impuso su contratación para joder al Pablito Motos, al que la progresía política no puede ver ni en pintura. Al de la dirección general de la tele pública, la que pagamos usted y yo, que lo está promocionando a tope y nos lo meterá en casa el 31 de diciembre dándonos las doce campanadas, con lo que ya podemos olvidarnos del Ramoncín García y sus vistosas capas.
Este Broncano, que dicen que es un fenómeno como humorista y embaucador de masas, sigue con los aparatos. Ahora se ha enganchado al de SELAE, que es de los potentes para cantarnos cada noche los premios de Loterías del Estado. Como puede comprobarse el tío está a todas acaparando protagonismo a marchas forzadas.
Broncano fue no hace mucho pregonero de las fiestas de su pueblo. Un honor que los paisanos de allí elegidos cada año venían haciendo de manera altruista sintiéndose pagados por el hecho de haber sido elegidos para protagonizar un acto tan señalado. En ésta ocasión el tal Broncano rompió moldes y se descolgó pidiendo 20.000 euros a tocateja por su intervención que le fueron abonados con sumo gusto.
O sea que Broncano está enganchado al aparato, sobre todo al de la pasta gansa que le gusta no quieras tu saber cuánto. Lo que viene a demostrar que la progresía que levante hacia lo alto el puño cerrado y canta aquello de «arriba los pobres del mundo, en pie los esclavos sin pan” tampoco desdeña, ni mucho menos, pegarse como una lapa al aparatito de los sueldos millonarios y los contratos de cine. Todo sea por la causa. Y a vivir, pero en plan señorón, que esto dura tres días. Broncano lo sabe y se aprovecha. Vaya que sí.