El bingo, empresarialmente hablando, ha padecido de inflación asociativa. Hubo un tiempo, años atrás, en el que las asociaciones surgían como setas. Madrid llegó a tener cuatro. Cataluña tres. Comunidad Valenciana tres. Andalucía dos y Aragón tres. Algunas de ellas siguen existiendo nominalmente si bien en la práctica dejaron de funcionar. Las ha habido de carácter personalizado: es decir eran producto de una empresa y de su dirigente para gestionar la defensa exclusiva de sus intereses. Eso ha sido así aunque se tratara de enmascarar con presuntas directivas formadas por colaboradores afines.
En no pocos casos los egos empresariales han influido sobremanera en la fragmentación asociativa del bingo. Choques personalistas entre destacados representantes del sector en el mismo ámbito territorial desembocaron en el enfrentamiento directo, la disgregación y el afloramiento de nuevas entidades.
Esta dispersión asociativa, que hubo una época en la que creció de manera desmesurada, promovió críticas de algunas administraciones. José Antonio Soriano, a la sazón director general del Juego de Andalucía, se mostró muy contrariado al conocer la división del bingo andaluz. Otro tanto sucedió en Madrid, con un Edmundo Ahijón que no daba crédito al funcionamiento de cuatro asociaciones.
Todo éste espíritu divisionario tuvo su reflejo en la constitución de dos patronales: CEJ y posteriormente FEJBA que respondían a un espíritu de polarización empresarial muy acentuado y nada eficaz para la defensa de los intereses sectoriales.
Aquélla etapa intensa y propicia al enfrentamiento pasó. Hoy las aguas están más tranquilas en el plano asociativo. Sigue existiendo dispersión pero parte de ella es meramente figurativa. Lo ideal sería que CEJ y FEJBA llegaran a puntos de entendimiento para ser una patronal única e indivisible y que las asociaciones autonómicas tomaran buena nota aplicándose la receta unitaria como vía propicia para robustecer y hacer más efectiva a la representación empresarial del bingo. Esto sería lo sensato y lo eficaz. Pero igual pido peras al olmo.
