La consejera de Justicia e Interior de la Junta de Andalucía ha hecho balance de los 25 años de actuación de la unidad de Policía Adscrita al gobierno en materia de juego. Y en ese cuarto de siglo, las fuerzas del orden se incautaron de cerca de dos millones de cartones de bingos clandestinos, que ya son millones y cartones tachados y rotuladores utilizados.
El bingo pirata, el bingo ilegal, el bingo fantasma que canta premios y vende cartones, es un clásico de Andalucía. Lo ha sido casi desde la época primeriza y ahí sigue, con altibajos debido a las redadas policiales y a las denuncias, muy reiteradas de las asociaciones, pero presente todavía a pesar de los pesares.
Sevilla, Málaga y Cádiz han sido tradicionalmente el triángulo preferido del bingo clandestino. Que con tanto descaro como impunidad en ocasiones se ha jugado en restaurantes o locales dedicados ex profeso a la actividad. Y lo han llevado a cabo con osadía, no cortándose un pelo y ejerciendo una competencia muy dañina para un sector que ahora respira un poco pero que ha estado viviendo con respiración asistida durante mucho tiempo. Una asistencia respiratoria que no ha impedido numerosos cierres de salas.
Todo lo que se haga en materia de erradicar este cáncer del bingo andaluz será poco. Los empresarios reconocen que sus denuncias y las acciones policiales han servido para abordar parte de ésta actividad pirata. Pero subsisten brotes contra los que habrá que seguir peleando. Todo menos consentir que unos sinvergüenzas sigan jodiendo a un sector jodido por naturaleza.