El otro día estuve visitante el Bingo BALCON DE LEVANTE invitado por mi buen amigo Julián Pérez, director general del Grupo INNOVA. Recorrí las instalaciones y no pude menos que sorprenderme. La sala puede responder al modelo de lo que el bingo ha ido evolucionando de unos años a ésta parte. Con empresarios, y éste caso es uno de ellos, esforzándose al máximo para actualizar y mejorar sus salas, para cuidar al máximo su ambiente y decoración, para dotarla de los máximos alicientes y contar con los servicios de un personal cada día más especializado, más pendiente del detalle y la atención que merecen los clientes.
El BALCON DE LEVANTE es un testimonio válido más del espíritu de superación que distingue al bingo de hoy y que nada tiene que ver con la imagen que no pocas salas presentaban treinta años atrás. Contrasta éste sentido de la evolución actual, éste ascenso muy generalizado del bingo en cuanto a calidad se refiere con los retrocesos que se han ido experimentando en la cuenta de resultados. El contraste radica en que el bingo como oferta lúdica ha ido ganando mucho en cuestión de confort y posibilidades de entretenimiento y diversión y perdiendo en sus volúmenes de explotación.
No obstante ésta realidad, el ejemplo del BALCON DE LEVANTE deja cumplida constancia del propósito del sector, o al menos de una buena parte del mismo, de no bajar los brazos, de no dejarse vencer por la frustración y por la cantinela de todo tiempo pasado fue mejor. Lo comentó Julián Pérez que del asunto sabe lo suyo porque lleva la tira de años al pie del cañón: "Hay que reinventarse, tenemos que ser capaces de forjar un futuro atractivo que capte el interés de un público nuevo." No hay otro camino señalado certeramente por Julián. Contando, por descontado, con la coopera- ción necesaria de unas administraciones que deben de reconsiderar, muy a fondo, sus regulaciones y tributaciones sobre el bingo. Al alza en imagen y a la baja en recaudaciones.