Según los datos facilitados por ANESAR en la actualidad son 3.600 los salones de juego que funcionan en España. 240 menos de los que estaban abiertos hace unos años. El descenso indica que bajó en bastantes décimas la fiebre salonera que prendió en nuestro país tiempo atrás y que provocó sucesivas a aperturas de locales de éstas características que se abrían, en algunos casos, un tanto alocadamente para saturar, en territorios concretos, determinadas zonas urbanas.
Cuando da la impresión de haberse impuesto la racionalidad sectorial en materia de crecimiento hay que apelar a la reflexión. En idéntica medida que se ha ido reduciendo el número de salones se ha intensificado la voluntad empresarial en cuestiones tan importantes como seguridad, formación profesional de sus empleados y oferta tecnológicamente muy novedosa. En un porcentaje abrumadoramente mayoritario conviene resaltar que el empresario del salón está esforzándose llegado el momento de invertir en sus instalaciones, dotándolas de los sistemas que garantizan la mayor seguridad a los usuarios. Promueve iniciativas destinadas a fomentar la mejor preparación de sus empleados, tanto en materia del conocimiento regulatorio como en el apartado que se ocupa del trato y la atención al cliente. Y se empeña en redoblar el atractivo de su oferta de entretenimiento mediante la adquisición de sistemas y productos de juego que responden a las creaciones más avanzadas en el campo del diseño, tecnología y motivos para la diversión.
Lo que está fuera de toda duda es que los salones habrán descendido en número pero han subido notablemente en calidad y servicios. Y esto ha exigido aumentar de forma considerable las inversiones para reforzar el sentido de la competitividad y dejar satisfecho al cliente brindándole una estancia cómoda y sin sorpresas en sus locales al tiempo que se ha intensificado la voluntad empresarial de fidelizar a su parroquia. No sin antes asumir el compromiso de gastar dinero para asegurar el futuro. El salón, como exponente de progreso, en tiempos difíciles.






