Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Aquel joven que llegó a ASEJU

30 de junio de 2016

ASEJU está muy ligado a mi memoria periodística. A lo largo de muchos años he mantenido estrechos lazos de relación con sus directivos. Y en ése trato ha habido de todo: afectos compartidos y enfrentamientos acalorados en épocas pasadas cuando la asociación navegaba por espacios turbulentos. El saldo que prevalece es el de amistades gratas y recuerdos cuyo peso se deja sentir en la memoria.

Tiempo atrás dedique un artículo a José Luis de Pedro, alabando su papel presidido por la mesura al frente de ASEJU. Hoy quiero referirme a la figura del gerente. Y al hacerlo no puedo menos que evocar la imagen de aquél entrañable Paco Manzano, con el que mantuve una larga relación de conversaciones, encuentros y confidencias. Paco lo sabía todo del bingo y de ASEJU, y la verdad es que en su momento, cuando el bingo arrancó y se consolidó asociativamente hablando, desarrolló una labor notable y eficaz dando a la asociación una dimensión nacional. 

Tras el abandono de Paco Manzano, con el que solía reencontrarme plácidamente en los veranos de Cullera, otros nombres ocuparon su puesto. Hasta que llegó al cargo un chaval, con el ímpetu arrollador propio de la edad. Y con la lección del bingo bastante bien aprendida, puesto que su progenitor, Rufino, hombre de leyes como su hijo, había sido persona valorada y respetada en ASEJU.

Hablo, claro es, de José Luis Merino, aquél prometedor abogado que asumió la gerencia de ASEJU después de unas etapas movidas y que ya lleva quince años en el puesto presentando un saldo más que positivo por su labor. Merino ha gozado en su trayectoria asociativa con la confianza plena y el respaldo de José Luis de Pedro lo que le ha permitido desenvolverse con libertad y autonomía en el ejercicio de su trabajo. Un trabajo avalado por el conocimiento del sector y muy en particular por la constancia desplegada a la hora de establecer una relación fluida con la Comunidad de Madrid y sus órganos regulatorios. El bingo de la Comunidad ha conseguido logros en los últimos años, a los que no es ajena la insistencia, hasta la exageración, de un José Luís Merino pertinaz en las comparecencias, en las llamadas y en las apelaciones a la Administración para tratar de obtener los objetivos perseguidos.

Como el sector no se distingue precisamente por su generosidad laudatoria vaya desde aquí mi felicitación a aquél chaval, hoy casi un señor sesudo, al que conocí recién estrenado en su puesto de vigía de ASEJU. Larga vida a la asociación y a su gerente. Y por supuesto a mi querido José Luís de Pedro.