No sé lo que tiene el juego pero de lo que sí tengo constancia es de que quién entra ya no sale. Aunque lo despidan, aunque lo echen a cajas destempladas. Las empresas, que tratan de mejorar laboralmente potenciando sus recursos humanos, informan sobre sus fichajes. Que suelen de ser tipos con curriculums brillantes, preñados de masters, títulos académicos y datos profesionales que a veces apabullan por su extensión y presunta notoriedad. Bien es cierto que el papel es sufrido, lo aguanta todo y los vendedores de humo, que los hay y son maestros en el marketing personal, manejan con descaro y habilidad el ejercicio de la autopromoción.
En modo alguno puede negarse que las empresas del juego, y en particular las grandes compañías del sector, que son pocas pero notables, han avanzado un trecho importante mediante la incorporación a sus plantillas de gente muy preparada, de conocimientos sólidos sobre el mundo de la economía, la industria y el comercio. Profesionales que han elevado el listón del patrimonio humano de sus firmas y contribuido a que sean más competitivas. Y al margen de los grandes grupos son numerosas las empresas que han jugado la carta de la evolución sectorial mediante el fichaje de personal muy cualificado procedente de otros ámbitos.