Para impactar en Las Vegas, gran escaparate mundial del juego, hay que tener mucha imaginación. Saber hacer de la tecnología un espectacular aliciente de futuro. Concebir productos aptos para sorprender y hacer del sentido de la diversión un elemento plenamente satisfactorio. Conocer las demandas del mercado e ir más allá de sus exigencias para anticiparse a lo que está por venir. Si se tienen todos ésos ases en la manga surge la apoteosis, la rendición de los operadores ante la obra bien hecha, acabada con el máximo esmero y destinada a revolucionar el mercado del entretenimiento.
Cuando se conjugan todos los factores anteriormente apuntados la apoteosis cobra carta de naturaleza y se impone por derecho. Y eso fue lo que aconteció con ZITRO en Las Vegas. Ver el video que divulgamos en SECTOR refleja nítidamente lo que supuso la presencia de la compañía que lidera Johnny Ortiz en el santuario laico donde se dan cite los grandes del ocio, los más avanzados del juego, los que más arriesgan y más crean. Los que escriben con ingenio y talento las páginas más brillantes de la historia de una industria en permanente evolución. En ése cuadro de los elegidos, de los que marcan tendencia y poseen ideas para no dejar de avanzar figura ZITRO como uno de sus principales paladines, con su motor engrasado y un afán por competir que no concede tregua.
El empuje de Johnny Ortiz y su superequipo de ZITRO han hecho de la marca una vitola de garantía, una apuesta segura por el éxito y la rentabilidad derivada de sus fabricados que nunca defraudan y siempre sorprenden. Sea en Las Vegas, en Londres, en México, Buenos Aires o en cualquier país de los cinco continentes en los que ZITRO se abre camino a base de talento e ingenio para seducir.
En Las Vegas deslumbró. Lo que no significa en modo alguno un conformarse con el triunfo obtenido por méritos propios. Lo de Johnny y los suyos es una carrera contra reloj para conquistar con obras son amores el amplio mundo del juego. Y los hechos demuestran que lo están consiguiendo de forma espectacular. Y sin darse respiro.