Decía mi admirado Cesar González Ruano que, aun queriéndolo, no todo el mundo puede o sabe ser cortés. Cortesía y señorío son las palabras que definen la personalidad de José Ignacio Cases Méndez, que ha hecho ejerciciode ambas en su larga trayectoria vital. Por algo quién tuteló la regulación y cumplimiento de las normas del juego en España durante la etapa de la legalización supo dejar huella y ganarse un respeto que permanece intacto en aquéllos que hemos tenido la suerte de tratarlo.
Me comenta José Ignacio, en una epístola que agradezco por venir de quién viene, que coincide conmigo en que la repetición casi constante de los portavoces que intervienen en los foros o mesas redondas sobre el juego no ayudan nada a la interlocución con los políticos. Por mi cuenta añado que la repetitividad de las tesis expuestas ya resultan estériles por manidas. José Ignacio aboga porque sean personas de alta preparación y ajenas al sector las que aborden mediante el pertinente estudio los temas candentes y aporten su visión sobre los mismos.
Cases Méndez no se muestra partidario de comunicar nada respecto al juego a través de los medios generalistas porque esto, dices, y creo que lo asiste la razón, es una partida perdida. Lo que sí incide es en la conveniencia de trabajar para volver a tener reputación. Y ahí es donde personalidades de la talla y el bagaje de José Ignacio pueden resultar tan valiosas como determinantes. Su talento y conocimientos no deben desaprovecharse.