Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Apaolaza y los miedos taurinos

30 de octubre de 2025

En diferentes ocasiones he escrito sobre la tentación del sector por llevar a sus mesas redondas y foros de debate a personalidades más o menos relevantes que nada tienen que ver con la industria. Y pare ello recurren al ámbito político, periodístico o de personas de cierto nivel de popularidad. Las experiencias, en la mayoría de los casos, resultan decepcionantes por la nula aportación que éstos personajes hacen al sector en sus disertaciones. Ejemplos recientes los hemos vivido con la presencia de políticos que se han limitado a las buenas palabras, a la defensa más o menos tibia de la actividad y a no profundizar para nada en la realidad de la industria, entre otras razones por puro desconocimiento y no haberse molestado en asumir una mínima información sobre el tema a abordar. También se ha buscado la colaboración de expertos en marketing que han acudido a la llamada para vender su producto y de periodistas que han hablado del juego de oídas o de quienes se han sacado de la manga relatos sin vinculación alguna con el sector. Todos ellos previo pago anticipado y no de bajo coste en determinados contratos.

El Congreso de Juego de Castilla y León, que según me cuentan se ha saldado con éxito insuperable a pesar de fallos organizativos, trajo en la pasada edición a una periodista, Pilar Cernuda, veterana en las trincheras de la información política desde la transición y cuya ponencia, siendo benévolos, no pasó de discreta. En su XVIII edición se contó con el columnista y periodista Chapu Apaolaza que se presentaba en Palencia para hablar de «Jugarse la vida». Confieso de entrada que el título me sorprendió y sedujo al propio tiempo. Nada menos que la existencia ligada al juego con la de reflexiones que caben para ser expuestas con brillantez, sentido literario y pinceladas de diverso signo.

No he salido de la decepción al leer que Apaolaza lo que hizo no fue otra cosa que evocar los encierros de San Fermín y su participación en los mismos. Trazando con su evocación personal un paralelismo entre el pretendido juego de correr delante de los morlacos y la carga de miedo que ello comporta. Proclamó, no exento de solemnidad literaria, que los toros son una representación de la vida porque todos tenemos toros detrás, que supongo nos empitonan más de una vez. Resumiendo y para acabar: pobrísima aportación a un Congreso de mucha altura como el de Castilla y León. Para sus organizadores, y para otros, es cuestión de tomar nota y aprender. Para mejorar, por supuesto.