Alrededor del juego la extrema izquierda, con la aquiescencia de los socialistas, ha ido tejiendo una espesa alarma social. Y hay que admitir que sus mensajes, sus anatemas, elaborados con materiales de escándalo y con ánimo deliberadamente provocador calan en muchos estratos de la sociedad. En ésa función son maestros y les sacan muchas cabezas de ventaja a una derecha política timorata y acomplejada.
Sobre los bares y las máquinas nunca ha existido el menor resquicio de alarma social. Máxime si tenemos en cuenta que el juego en éstos establecimientos es un elemento meramente complementario y de baja intensidad. Esto es así y puede constatarse, habiendo influido además la ampliación de la oferta de juego y la consiguiente disminución del jugador de la máquina en hostelería que está en pleno retroceso.
En éstas circunstancias ¿ era necesario el mando de activación de las máquinas en los bares de la Comunidad Valenciana ? Desde luego que no lo era bajo ningún prisma objetivo. Pero en el caso presente han primado la falsa alarma social, que aquí no existe por mucho que se retuerza la imagen del local, y unos prejuicios ideológicos que han hecho del juego un blanco fácil.
La hostelería en general, y los bares en particular por ser negocios modestos en su mayoría y de índole familiar, han salido muy tocados de la pandemia. Les faltaba para el remate el mando de activación como factor de retraimiento para unas máquinas en fase de descenso permanente. La puntilla para el bar del barrio. Y los políticos ufanándose de la medida.