Quienes lanzaron al vuelo las campanas de la publicidad diciendo ésa chorrada de “volveremos más fuertes” obraron con tanto descaro como falta de sensatez. Está comprobado que el gobierno vive de frases hechas, del marketing político y el titular llamativo y vacuo. Pero en un tema como el referido al Covid-19, que ha dejado ni se sabe a ciencia cierta el número de miles de víctimas, que ha sembrado el dolor y asolado la economía, que nos ha tenido recluidos por espacio de tres meses interminables, que nos ha quitado la libertad y el acercamiento a nuestros seres más queridos, que nos ha condenado al silencio sólo roto por el aplauso o la canción, cuando no había nada que aplaudir ni menos que cantar; en un tema, digo, donde el dolor, la sensación de impotencia y desamparo cabalgan juntos hubiera sido más recomendable, por parte de unos políticos totalmente superados por las circunstancias y su propia incapacidad, menos palabras y más eficacia, ahorrar mucho eslogan y juegos verbales artificiosos y demostrar capacidad para el mando. Que es lo que ha faltado en los momentos clave.
Que le digan al pequeño y mediano empresario, que está tres meses sin hacer caja y se ha visto en la obligación de pagar alquileres, energía, hipotecas, seguros y la tira de gastos que ha salido más fuerte de la pandemia. Y verás que les dice y que epítetos dispensa a los autores del mensaje. El regreso está siendo, y amenaza con prolongarse, duro e incierto, falto de la alegría precisa por aquéllos que analizan la realidad con ojos objetivos y no nublados por la inconsciencia o la frivolidad.
El Covid-19 y sus efectos devastadores en el plano sanitario y económico nos han puesto delante de un escenario nublado que amenaza tormenta. Decir lo contrario es mentir, algo a lo que nos tienen acostumbrados. Lo penoso es que son muchos los que les gusta jugar al autoengaño. Y créanme, con la tormenta que se avecina hará falta algo más que paraguas.
