El gobierno de coalición de la Generalitat de Cataluña, que preside don Carlos Puigdemont, ha cumplido un año de trabajo. Bueno digamos que ha estado laborando en sentido figurado, porque lo que se dice dar el callo más bien poco. ¿Saben en doce meses cuantas leyes han aprobado? Pues cinco y con los presupuestos de 2017 pendientes de obtener la perceptiva luz verde. Hombre, lo que se dice sudar no parece que sea el principal problema de los señores consellers.
Visto el panorama descrito el juego de Cataluña se conforma con la quietud, el estatismo, el nada cambia. Porque era consciente de que si se producía alguna novedad resultaría perjudicial para el sector. Y no se equivocaba. Lo único que se ha modificado al alza ha sido la tasa de las máquinas. Cuando es sabido que en términos económicos están muy alejadas de su mejor momento en cuanto a explotaciones. Pero ésta circunstancia a los responsables de la cosa, que tampoco se distinguen por su voluntad de interlocución con el sector, más bien les trae al fresco.