Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

41 años de juego y superación progresiva

7 de diciembre de 2018

Estamos de celebración, de cumpleaños feliz, al menos por ahora. La Constitución Española fue aprobada en diciembre de 1978 y su legado han sido cuatro décadas de libertad, paz y progreso. Una etapa de nuestra vida en común jalonada por un espíritu reconciliador y un anhelo sincero de construir un futuro mejor para todos. Y la aventura colectiva, difícil y plagada de riesgos, no nos ha ido mal a pesar de los cuestionamientos actuales.

Poco más de un año antes de la Constitución se legalizó el juego en España. Concretamente el 7 de marzo de 1977. Otra efemérides para festejar y de la que no hemos sido capaces de sacar partido. Porque cuarenta y un años después la historia del juego en España es un relato de superación progresiva, de crecimiento y mejora. A lo largo de cuatro décadas fabricantes y operadores se han esforzado lo indecible por depurar al máximo sus productos; por registrar avances tecnológicos más que notables; por hacer de sus instalaciones un modelo de seguridad y confort; por poner el mayor cuidado en la prestación de sus servicios; por incorporar a sus plantillas a profesionales cualificados y encargarse de incentivar su formación. En definitiva: por poner a disposición del público una oferta de ocio y entretenimiento modélico, a la altura de los países más avanzados, y que es ejemplo de responsabilidad empresarial y de apuesta de futuro. 
 
Han transcurrido más de cuarenta años y de aquél juego del arranque y de las etapas que vinieron posteriormente no quedan apenas huellas. Porque el proceso de desarrollo del juego en España se ha caracterizado por un espíritu de evolución constante, una fé ciega de los empresarios en sus posibilidades, hasta en los períodos más complicados, que ha servido para impulsar la actividad por el camino de una superación visible hoy en salones, bingos, casinos y hostelería. Unos frutos cosechados a lo largo de cuatro décadas para sentirnos extraordinariamente orgullosos. Que tomen buena nota los manipuladores habituales.