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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Oscar

1 de abril de 2022

No se habló de otra cosa desde la noche de la ceremonia a los días siguientes. Del sopapo largado al rostro de Chris Rock ante el estupor general que no daba crédito a lo que estaba viendo. Fue la comidilla del mundo, polémica de barra de bar y despacho, análisis doméstico delante de la fuente del cocido. De cine, de películas, de premios, de actores no se decía ni mu. La noche de las estrellas y los sueños, la magia deslumbrante de Hollywood y sus arquitectos de fantasía se había quedado en anécdota, simpleza artística, cotilleo barato y poco más.

El Oscar se lo llevó de calle el guantazo propinado por el irascible Will Smith, un cómico que no le llega ni a la suela a Poitier o Washington, por citar a dos tipos del gremio realmente ejemplares, con su violencia fuera de guión ante un chiste malo, como casi todos los americanos, y de pésimo gusto. Pero nunca acreedor a semejante y condenable desenlace.

El golpe imprevisto acaparó los comentarios, chismes, discusiones y sentencias populares a escala global entre otras causas por una sencilla: en la gala no hubo buen cine detrás. No se galardonaron cintas ni actuaciones memorables, de ésas que apasionan y te tocan con la varita de la emoción. Hollywood ya no es aquélla fábrica de historias que te prendían el alma y te hacían pensar, soñar, vivir. Relatos, guiones que te llegaban dentro hasta turbarte el ánimo o sentir el cosquilleo del pálpito humano salido de la pantalla. El Hollywood de la edad dorada es un recuerdo de nostálgicos y el cine de hoy es muy otro. Si en 2022 hubieran competido por los oscars “Casablanca”, “Perdición” o hasta la “Gilda” del mítico bofetón lo del tortazo de Smith no habría pasado de una reprobable salida de tono de un descerebrado. Acreedor al Oscar al machismo violento. Del color no hablo.