Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

El sendero de la traición

25 de febrero de 2022

Si analizas el último capítulo vivido por el principal partido de la oposición sientes bochorno y pierdes toda confianza en la clase política. El espectáculo ha sido deprimente y pone en cuarentena valores que se presume deben atesorar nuestros dirigentes: lealtad, moralidad, generosidad y un mínimo de coherencia. Todo lo contrario de lo que hemos visto en la escenificación de una especie de tragedia salpicada de traiciones, puñaladas por la espalda, cinismo a toneladas y cambios de chaqueta a velocidad de vértigo al intuir la caída inminente del ídolo, que era tratado como tal antes de proceder a su asesinato político con absoluta frialdad y sin el menor sentimiento de piedad.

Hablamos de un líder que era alabado hasta el sonrojo por los suyos, jaleado y elevado a los altares del poder sin que nadie osara rechistarle y para el que toda lisonja era poca. El escenario cambió en cuestión de horas cuando el barco del partido amenazó con el naufragio. Fue sonar la alarma y todas las ratas saltaron de la embarcación. Y hasta los más fieles, los que más le debían, los que medraron a su costa no dudaron en traicionarle, en ponerle la pistola en el pecho para exigir su rendición sin concesiones. Se acabó súbitamente cualquier atisbo de aprecio, de reconocimiento, de humanidad, de gratitud hacia el bajado con furor del pedestal.

Y para colmo de éstas muestras de falta de una mínima ética política tenemos lo del presidente del gobierno. Que en la hora de la despedida del líder de la oposición es incapaz de expresar un soplo de caballerosidad, un mensaje solidario, unas frases de afecto en lo personal. Nada, altanería y reproches. Lo dijo Figueroa, conde Romanones, hace un montón de años ante el comportamiento de la clase política: ¡ Joder que tropa…!