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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Baile de máscaras

11 de febrero de 2022

Mascarilla sí y mascarilla no. Este es el baile al que nos hemos visto obligados a bailar los españolitos desde que llegó el bichito de la pandemia. El gobierno del estado, dando las muestras de seguridad que le son proverbiales, primero dijo una cosa y al poco tiempo la contraria. Lo de las mascarillas ha sido una sonata inacabada que se ha ido prolongando en el tiempo con invitaciones al me la quito o me la pongo según iba soplando el aire político y se improvisaba a golpe de decreto, quehacer en la que el ejecutivo que preside el doctor Sánchez es consumado maestro.

Primero fue Don Simón, el oráculo que nos llevaba por la senda de la ciencia, y así hemos acabado, el que nos dijo sin pestañear que la mascarilla era una tontería. Y que además estábamos hablando de una gripe de nada. No me negarán que como adivino el tipo no tiene precio. Luego se optó por todo lo contrario: mascarilla hasta para dormir en casa. Y después el doctor Sánchez se aplicó en la tarea que es maestro: quitándose el problema de encima y largando lo de las mascarillas a las autonomías.

Lo que vino a continuación se resume en mascarillas a la carta. Unas que por aquí otras que por allá y cada cual obrando según los criterios de los expertos que nadie conoce ni sabe quiénes son. Lo cierto es que lo de las mascarillas nos ha llevado a mal traer y todavía colea, a pesar de que a partir de ayer podemos prescindir de ellas en los espacios públicos.

Han sido dos años de un baile de máscaras tras las que se han ocultado los rostros de unos mentecatos, presididos por el mentecato mayor, que han hecho de España un circo con juegos malabares, y tramposos, y un sinfín de payasos haciendo reír en la carpa nacional. Carpa siempre improvisada, por no salirse del guión.