Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Alfredo en la memoria

8 de febrero de 2022

Buenos Aires, Rio de Janeiro, Las Vegas, Londres, Roma, Florencia. Son postales de ciudades vividas intensamente al lado de Alfredo García Ibor, que el pasado sábado puso fin dramáticamente a su estancia entre nosotros. Son vivencias de trabajo, de largas conversaciones que pasaban sin interrupción de lo profesional a lo personal y nos desnudaban las almas. Son secuencias que en la lejanía ayudan al acercamiento, al brote del afecto espontáneo, al desvelamiento de pequeños secretos que sirven para humanizarnos, para latir a idéntico compás del amigo y participar un poco de sus ilusiones y también de las frustraciones que nunca faltan. Todo eso, y un sinfín de avatares, compartí con Alfredo en ámbitos urbanos distantes en los que andábamos metidos en faenas, distintas pero confluyentes, y en los que nunca renunciamos, faltaría más, a la alegría del bien vivir.

Alfredo era persona formada, que sabía lo que decía y de lo que hablaba.  Poseedor de fino sentido del humor y sabiendo mi propensión y mi costumbre de realizar muchas comidas con champagne solía repetirme siempre la misma pregunta: ¿ Hoy comemos con gaseosa ? Y yo le respondía que había dado en el clavo. Y ahí tomaba cuerpo una sesión gastronómica que, buenas viandas al margen, servía para mantener conversaciones que pasaban por escudriñar múltiples temas sobre los que debatíamos y opinábamos muchas veces en solitario y en ocasiones con gentes del sector.

Durante un puñado de años fuimos de cita semanal inalterable para almorzar y platicar. Ultimamente la enfermedad nos alejó y no fui consciente de la gravedad que venía minando su salud. El último mensaje suyo que guardo en el móvil decía: “No estoy para fiestas pero sigo acordándome de mis maestros. Te sigo queriendo mucho.” Una querencia a la que intento corresponder, cuando ya es inútil, dejándole un hueco permanente en mi memoria.