La política en nuestro país, España para entendernos, ya no sorprende a nadie. Nos hemos acostumbrado a aceptar como lo más normal auténticas barbaridades. Tragamos sin pestañear las mentiras más burdas, nos cuelan como mensajes lo que no dejan de ser meros recursos publicitarios y nos venden la imagen triunfalista de un país económicamente en alza cuando la realidad dista mucho de la propaganda.
En nombre de un presunto progresismo , que se queda en la palabra y está vacío de contenido y plagado de ocurrencias, asistimos como impávidos espectadores a la perpetración de desatinos sin cuento que damos por válidos o los tomamos con resignación por que no queda otra. Y, entre tanta falacia y disparate, no suele faltar el añadido del tic autoritario propio de las ideologías sectarias.
Dentro de éste marco de burradas políticas nos enteramos que el gobierno de Baleares, compuesto por socialistas, comunistas e independentistas, tomó la decisión de multar a los hoteleros que no pidan el pasaporte Covid, estableciendo unas sanciones que van de 3.000 a 600.000 euros. No hay error, han leído bien: 600.000 machacantes.
O sea que al bar que vive del almuerzo y el café, al restaurante del menú del día, a la cafetería del té y las pastas pueden soplarle hasta 600.000 pavos si falla en el control del pasaporte. El baremo fijado ya denota la mentalidad de sus autores. Políticos de tercera, desvalidos intelectualmente que han encontrado en el ejercicio de lo público la única salida para cobrar estupendos salarios siendo, como son, tan sumamente burros.
