Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Salvar al bingo

16 de diciembre de 2021

Salvar al bingo no deja de ser una muletilla que venimos escuchando reiteradamente a lo largo de los últimos años. Un grito de socorro que, por repetido, ya no provoca excesivas alarmas. Salvar al bingo se ha convertido en un canto de resignación que refleja una situación sectorial crítica, o casi, pero que es asumida con aire fatalista. Para tratar de intentar llevar a buen puerto ésa presunta operación de salvamento se han barajado estrategias, analizado alternativas y planteando proposiciones que no han surtido efecto. Y entretanto se ha multiplicado el cierre de salas y la pérdida de cientos de puestos de trabajo.

Salvar al bingo es misión heroica y eso queda para los relatos de superhéroes. Con los pies en el suelo el problema del sector, que es muy gordo y pone a medio plazo en riesgo la viabilidad de no pocas salas, no tendrá una solución medianamente satisfactoria en tanto en cuanto las administraciones, la mayoría de administraciones, sigan mostrando una cerrazón manifiesta hacia el juego por ideología o prejuicios. Sin hablar de salvaciones el bingo podría normalizarse si existiera predisposición administrativa para flexibilizar, para hacer su oferta más atractiva y, sobre todo, para permitirle funcionar en materia tributaria con criterios objetivos y no confiscatorios. Las salidas son ésas y sólo demandan una voluntad política que no se da ni es previsible que cambie de signo.

Luego podría hablarse de la consideración que se dispensa a las asociaciones empresariales, de su peso específico, del grado de interlocución que mantienen con las administraciones. Pero eso es más largo de explicar. Y mientras seguiremos con la quimera de salvar al bingo.