El diario El País, que desde que desembarcó en la dirección Pepa Bueno es cada día más tendencioso, publicaba el pasado sábado una información que cubría media página con el título “Pizzería contra casa de apuestas”, con fotografía incluida, en la que podía leerse una pancarta con ésta leyenda finamente escrita: “Alerta por cerdos. Este barrio no quiere la casa de apuestas”.
La pancarta en cuestión fue obra de dos vecinas de un bloque de viviendas de Málaga donde estaba previsto abrir una sala de juegos. La colgaron y empezó el ruido al que prestos se apuntaron, como no podía ser de otra manera, los miembros de la plataforma Adelante Málaga, un apéndice de Izquierda Unida y Podemos. Lo que sigue se lo pueden imaginar: movilizaciones bajo la invocación de “la ruina de los barrios”, “la droga del siglo XXI”, “la perdición de los jóvenes” y los recursos tremendistas propios de estos casos objeto de manipulación manifiesta. Finalmente el Ayuntamiento malagueño ha cedido a las presiones y en vez de apuestas habrán pizzas en el local, al que las vecinas aludidas anunciaron que bajarán a cenar todas las noches.
Como indicábamos un asunto tan trascendente mereció media página de El País. Había por tanto espacio más que suficiente. Pero resulta que en él no tuvo ninguna cabida la opinión o postura del empresario de la casa de apuestas que fue silenciado, ignorado e informativamente maltratado.
Esto se llama objetividad periodística . Estos casos se repiten habitualmente en los medios generalistas, que no dan ninguna cabida positiva a los representantes del sector. Y sin embargo no faltan los empresarios o directivos del juego que se pirran por aparecer en éstos medios, en ocasiones previo paso por taquilla, para que luego les zurren de lo lindo. Lo dijo aquél: sarna con gusto no pica.