La industria del juego lleva un largo trecho de tiempo siendo objeto de un asedio constante. Por parte de formaciones políticas concretas y sus entidades apéndice, de administraciones y de medios informativos generalistas que fomentan las descalificaciones y siembran la alarma respecto a la actividad.
Este es un hecho objetivo que está ahí, que se viene denunciando y al que el sector debe hacer frente desde la serenidad y con toda la energía precisa para contrarrestar el efecto que provocan las noticias sesgadas sobre la actividad cuando no las descaradas manipulaciones.
Son las asociaciones empresariales y sus directos representantes los llamados a poner en práctica la defensa del sector. Utilizando para ello datos, análisis y razonamientos objetivos destinados a divulgar la verdadera imagen. Se cuenta con material suficiente, y de peso, para cuestionar abiertamente mentiras, prejuicios o simples leyendas que condenan a la industria. Y somos los primeros en reconocer que la tarea ni es fácil ni anticipa resultados espectaculares. Pero hay que intentarlo y perseverar en ésa línea de actuación.
Lo que no parece muy conveniente es utilizar, por parte del empresariado, la desmesura verbal sobre el calibre de las campañas antijuego. Recurrir al tremendismo como si la industria estuviera al borde del apocalipsis ni es sensato ni hace ningún favor a la imagen sectorial. Mesura, tacto y razonamientos sólidos sí. Lo demás sobra.