Empezaron diciéndonos que lo de las mascarillas no era imprescindible y lo que realmente pasaba es que no habían sido previsores y no las tenían. Luego nos dijeron que mascarillas hasta en la mesa de comer porque el tema de los contagios estaba muy serio. Y ahora, de pronto, con todo el lío de los indultos de por medio nos indican que mascarillas fuera, que aquí está todo solucionado y viva la vida.
Uno se detiene a pensar un poquito, sólo un poco porque tampoco es que ande sobrado de entendederas, y saca la conclusión de que éstos tíos que mandan han estado jugando con los ciudadanos a capricho, ahora te la quitas y ahora te la pones, siguiendo los dictados de un comité fantasma que nunca existió y fiándolo todo al personaje de la rebequita que es un jeta consumado cuyos actos y palabras han servido para poner de manifiesto que estábamos en manos de un payaso sin gracia.
Hasta hace cuatro días como quién dice teníamos los bares cerrados, tampoco se sabe en base a que criterios científicos, y ahora de repente nos invitan a desprendernos de la mascarilla con la intención, me parece, de poner sordina al escándalo político nacional, que es la escenificación de lo nunca acontecido en el drama escrito para humillar al estado. Y en medio de tamaño jaleo, de tantísima desvergüenza política, van y nos dicen mascarillas fuera. Así, de prisa y corriendo. ¿ Pero que parámetros morales rigen las actuaciones de los tipos que gobiernan, es un decir ? Ninguno, cero. Y además sigo con la mascarilla. Con un par.