Tenemos que autoanimarnos y apostar por el volver, volver, volver. Que si, de acuerdo, que lo virtual está muy bien y sirve para mantener despierta la comunicación, la muestra de productos, el acercamiento y el diálogo. Nada que objetar porque un tiempo y una fase como la que hemos estado viviendo reclamaba, por lo menos, echar mano de soluciones imaginativas y la de los encuentros virtuales ha sido una de ellas y además positiva.
Dando por sentado lo anterior lo que la gente añora y quiere es la vuelta a las presentaciones en vivo y en directo, la charla y cerveza compartida, el abrazo efusivo y la información de primera mano. El paréntesis se ha hecho demasiado largo y existe verdadera ansia por recuperar el tiempo perdido, por retornar a la normalidad quebrada, por mirar alrededor y verte de nuevo cara a cara con aquéllos con los que llevas meses comunicándote, y en ocasiones ni eso, por vía audiovisual.
Cuando surgen avatares de éste tipo que derivan en aislamiento nos percatamos de la importancia que tiene el factor humano, el contacto con los que nos son afines, el reagrupamiento de quienes estamos inmersos en un universo común que adquiere vida y fortaleza mediante el concurso y participación de todos los implicados.
Por eso hay motivos más que sobrados a día de hoy para entonar el volver, volver, volver con música de bandoneón y pasos de tango.