Lo de Andalucía ha sido un aldabonazo. Un decir aquí estoy yo por boca del juego privado para señalar que desde la enseñanza a los chavales se puede avanzar y mucho en el plano de las adicciones. La juventud está hoy atrapada en la red cada vez más extensa que conforman las nuevas tecnologías y de ahí nacen servidumbres y enganches que parten del entretenimiento y finalizan en un hábito dominante que afecta muy negativamente a quienes caen en sus redes.
El proyecto FES, impulsado por la Plataforma para el Juego Responsable en Andalucía, es una prueba fehaciente de que el empresario del sector es el primer interesado en alertar sobre los peligros que acechan a los jóvenes desde edad temprana si se dejan atrapar por los videojuegos, los móviles y demás. Y quiere informar, instruir y poner a contribución herramientas que faciliten el disfrute de un ocio sano y sin problemas.
Un proyecto de ésta envergadura es trabajo y altura de miras. Un ir más allá de lo trillado y de la declaración de intenciones que no pasa de ahí. Y que la Junta de Andalucía lo asuma e impulse también responde a una labor tenaz e inteligente. Y en la iniciativa, promovida por la Plataforma para el Juego Responsable, hay que señalar a Cristina García, alma y motor de la idea, que se ha trabajado el asunto a conciencia, desplegando su capacidad de interlocución que es mucha y sus dotes para conseguir que sea tenido en cuenta y cuaje. Un amigo de la Junta me lo dijo con su proverbial gracejo andaluz: “Cristina se lo ha currado esto como no veas…” Pues ahí queda eso.
