Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Vacunas (II)

13 de mayo de 2021

Un grupo numeroso de personas mayores, y mayoras para caer en el ridículo del lenguaje inclusivo, acudimos ayer a la cita concertada para la segunda dosis de la vacuna. Personalmente declaro que igual que sucedió en la ocasión anterior recibí un trato exquisito. Todos los funcionarios presentes en las instalaciones, sanitarios y auxiliares que eran muchos, rivalizaban en prodigar atenciones y en prestar solícitos las ayudas o informaciones requeridas. Cuando me tocó el turno la joven enfermera, de ojos vivísimos, encargada de darme el pinchacito me dijo: “Buenos días caballero, viene usted muy elegante.” A mi edad ésta inyección de moral me insufló un brío extraordinario y recurrí al humor para responderle: “Me he hecho la ilusión de que venía a una boda sin tarta nupcial.” Ya en serio le agradecí su simpatía y su excelente tacto para dar a los mayores, que están escalando la cima de la edad y de la vida, ésa brizna de respeto y afecto unidos que tantísimo reconforta.
 
Sentado frente al grandísimo reloj que marcas las horas en el espacioso salón donde aguardamos los vacunados para consumir el obligado alto en el camino de retorno a lo cotidiano de nuevo me asaltaron los recuerdos. Me acordé de aquéllos que tuve cerca y que ya no están por culpa del maldito bichito. De lo que nos ha cambiado la vida en un año largo, muy largo y cruel. De como se nos han venido abajo proyectos e ilusiones que la pandemia se ha encargado de destruir. De lo empequeñecidos que quedamos, pese a los avances de la ciencia y la tecnología, desde el instante que un virus de ésta naturaleza provoca efectos devastadores.

Concluido el tiempo de espera me percaté de lo importante que es mantener un soplo de vida, de fortaleza física y mental, y de que todas las prioridades quedan subordinadas al milagro de la salud. Gracias emocionadas a todos los que trabajan y se esfuerzan porque no la perdamos del todo.