Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Postal del país

9 de abril de 2021

No me gusta nada el aire que se respira en éste país al que quiero porque es mi tierra y aquí están mis raíces y del que me siento orgulloso. Rechazo por principios el clima de permanente enconamiento político que existe y que trasciende de ése ámbito para incrustarse en la sociedad y hacerse visible en las relaciones familiares o de amistad, en la calle, en el trabajo, en cualquier espacio de concurrencia donde lo normal es convivir en armonía que no se respeta. La polarización es total y llega a puntos extremos a causa de una praxis política que no admite términos medios o planteamientos equidistantes y que ha hecho, en uno y otro lado, de la demonización del opositor una estrategia de permanente y grosero enfrentamiento acompañada de la inoculación del odio hacia el adversario.  

Esta atmósfera enrarecida, ésta tensión permanente que desemboca muchas veces en el azuzamiento de las más bajas pasiones, tiene su reflejo negativo en una sociedad que en modo alguno es ajena al estado de crispación que trasladan quienes, en base al importante cometido que desempeñan, están llamados a trasladar un mensaje de templanza y sosiego que contribuya a estimular la convivencia en armonía de sus ciudadanos. Y resulta que aquí, en España, en la España de nuestros amores, en la tierra que queremos y nos llena el alma, sucede todo lo contrario por obra y gracia de una recua de descerebrados que fomentan, un día sí y otro también, el arrebatamiento contra el opositor.

De éste estado de cosas un país se resiente y la sociedad lo encaja mal porque comprueba que ése es el camino de la regresión, de la vuelta atrás, del deterioro de la economía, de una crisis de confianza extrapolable a muy distintos ámbitos, de un bajón en todos los órdenes. Y a ello estamos abocados de no obrarse un milagro. Triste postal de un país que merece otra clase dirigente, de más talla intelectual y mayor solvencia moral.