Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

La noche

24 de marzo de 2021

La noche ya languidecía antes de la pandemia y ahora la han herido de muerte. Han matado la noche de los poetas, la de los versos a la luz de una luna mágica y transparente; la de las cenas románticas en las que las burbujas doradas del champagne hacían brillar los ojos y agitaban los corazones. La noche literaria y eterna de los bohemios que apuran su melancolía con la última copa que se eterniza y nunca acaba. Las noches de la disco que enardecen a las tribus juveniles y a las que no lo son tanto con su música estridente y enloquecedora. Y la de las escapadas al cine que nos entretiene, nos emociona y nos hace pensar y nos da cuerda para reflexionar y debatir.

Hemos ido enterrando de manera progresiva la vida nocturna que siempre contó con sus incondicionales, con gentes cuya existencia comenzaba a tener sentido al encenderse las farolas de la plaza y caer las sombras sobre la ciudad. La noche que daba cobijo a los golfos que hacían apología de su libertad mientras las muchachas en flor, o ya marchitas, esperaban en las cuatro esquinas. El decaimiento de la noche, ése ir desangrándose por modificación de hábitos y costumbres y por una pereza social que apuesta por la reclusión hogareña y la fiebre de las series ha ido cerrando locales y  ensañándose con la hostelería. Y luego la pandemia ha sido la estocada definitiva para hacer de la noche una imagen espectral.

Evoco con nostalgia de buena ley aquéllas noches que daban las tantas en el bar americano, con los tom collins, los ginfizz y el whisky etiqueta negra regando gargantas y alegrando corazones. Noches de tertulias de actores y actrices adobados de anécdotas, secretos inconfesables y besos fugitivos. Noches que invitaban a contemplar la amanecida entre un trago y una caricia. Noches que son sueño e historia .