La política española cuenta con gentes de mucho talento. Abundan los tipos con biografías profesionales muy cultivadas, tipos instruidos, leídos, ejemplos de solidez intelectual y de amplios conocimientos que suelen deslumbrarnos con su dominio de la retórica, sus recursos dialécticos y su ingenio para lanzar mensajes que calan en la ciudadanía por su profundidad conceptual, ésa profundidad fruto de la sapiencia que nos invita a la reflexión. Tener políticos de semejante talla y adornados por tales dones es un lujo para la democracia por lo que debemos sentirnos legítimamente orgullosos.
Entre los políticos descollantes por su preparación en materias como la oratoria y el discurso brillante aderezado de frases que denotan un talento natural figura por derecho Gabriel Rufián Romero. Un muchacho con alto espíritu de superación, que estuvo en una empresa de trabajo temporal, que se sumó con entusiasmo al independentismo y se preocupó de armar mucho ruido en manifestaciones y demás actos folklóricos hasta fichar por ERC y transformarse en un parlamentario con talla de figura.
De Rufián, del Rufián portavoz de ERC, del Rufián talentoso deslumbran su capacidad para aprenderse frases que dejan descolocados a sus oponentes, frases salidas de una mente rica en conceptos y matices, propias de un individuo cuya sapiencia rebasa cualquier medida.
Escuchen la última del ínclito Rufián: “Si las democracias del mundo fueran casas la democracia española sería una chabola.” ¿ Se percatan de la profundidad del contenido de tan esclarecedoras frases ? Pues sí proviene de uno de los tantos políticos ilustres que actúan en España. Si yo fuera Alvaro de la Iglesia le diría: “Dios le ampare, imbécil”.