Lo temíamos y se ha confirmado: el juego ha quedado excluído del plan Resiste de la Generalitat Valenciana destinado ha facilitar ayudas al sector de hostelería y ocio con motivo del Covid-19. Con éste gesto político, a todas luces injusto y discriminatorio, se incide una vez más en la estrategia de criminalizar el juego que desarrollan determinados gobiernos. ¿ No es el juego ocio ? Al parecer no y al quedar excluído de éste capítulo, en el que se engloban diversas actividades, se les dispensa un tratamiento marginal, no merecedor de ninguna atención oficial y mucho menos de apoyo económico.
Es indignante el encono que los poderes públicos muestran hacia el juego, su ensañamiento sin disimulos sobre el sector y sus empresas, su falta total de voluntad llegado el momento de atender sus peticiones y escuchar a sus representantes. Y en el caso que nos ocupa no pueden soslayar un hecho crucial: el juego está a día de hoy donde está, que no es en otro sitio que no sea sumido en la ruina, idénticamente igual que hostelería, por la ausencia de previsión e ideas de los políticos que, es un decir, nos gobiernan. Por sus titubeos, bandazos y contraórdenes que lo único que dejan entrever es una incapacidad manifiesta para salir del drama en el que estamos sumidos. Un drama que deriva en tragedia y del que son protagonistas principales una pandilla de mediocres, crispadores, fulleros y vividores cuyos méritos más sobresalientes consisten en no conocer más trabajo que el de la política. Son éstos tipos los que nos llevan directamente a la catástrofe sin que la ciudadanía reaccione y siga lavándose el cerebro delante de su televisor.
Criminalizado el juego y los causantes del desastre nacional que estamos padeciendo siguen alardeando de gestión. Al mentarlos evoco el título cinematográfico del genial Berlanga: ¡ Todos a la cárcel ! No sería mal sitio para muchos.