Los datos son los datos y frente a la fría realidad de los mismos no caben manipulaciones, ni prejuicios, ni mandangas, Estamos hasta el gorro de las alertas rojas sobre la entrada de menores en locales de juego que son piedra de escándalo sin que detrás de las mismas existan criterios fiables o fundamentos veraces. Todo en éste tema se mueve en el terreno de la pura especulación, del sensacionalismo vacío y barato, del tono desproporcionado que busca la exageración con el propósito de prohibir. Es así de sencillo y buscarle vueltas al asunto no conduce a nada.
Otra vez se ofrecen cifras de cientos y cientos de inspecciones a salas de juego de una comunidad, en el caso que nos ocupa Navarra, con nulas incidencias negativas. Con cero presencia de menores en salas de juego. Se reitera de nuevo, con el testimonio incontestable de los hechos, una realidad social distorsionada a capricho por la extrema izquierda política que busca por ideología el aplastamiento del juego, su reduccionismo progresivo, su asfixia económica.
Datos como los de Navarra, y de la mayoría de Comunidades, que certifican por boca de la policía el ejercicio empresarial de un juego extremadamente responsable, no sirven para nada porque aquí lo que prevalece es la mandanga del escándalo, la factoría de la falsedad y el guiso a capricho del alarmismo para descrédito de una actividad. Intolerable y nauseabundo.