Los loteros han pedido a SELAE que se les indemnice por los meses cerrados con motivo de la pandemia. Y Hacienda les ha respondido que se vayan con la música a otra parte, que ellos no están dispuestos a soltar ni un euro porque la situación no está para dispendios. Los loteros amenazan con recurrir a los tribunales de manera conjunta o de forma individualizada, pero no parece que vayan a tener mucha suerte en su intentona de resarcirse económicamente por las ventas de billetes no efectuadas durante la clausura obligada de sus despachos. O sea que todo apunta a que no les tocará ni la pedrea en su contencioso con Hacienda.
Me parece estupendo que los loteros se defiendan tratando de recuperar los beneficios de unas ventas no realizadas. Pero por ésa regla de tres los bares tendrían que reclamar los importes de los carajillos no servidos, los restaurantes de las merluzas que se quedaron en el frigorífico, los salones de las máquinas que enmudecieron y los bingos de los cartones que han estado durmiendo el sueño de los justos.
Bien es verdad que todas éstas calamidades se derivan de una gestión política del todo punto desnortada y propia de políticos marisabidillos, lerdos e incompetentes que nos han llevado al mayor de los desastres. Que éste golpe mortal a la economía es la consecuencia natural de falta de previsión y ausencia de criterios rigurosos y eficaces a la hora de actuar. Es lo que hay. Papá estado se llama andana y otro tanto hacen los gobiernos autonómicos. No se trata de que indemnicen como pretenden en vano los loteros. Pero que al menos no agobien asfixiando a las empresas y a los ciudadanos. Porque el grueso de la factura tendrían que pagarla los que mandan. Y nunca los curritos que han salido tremendamente perjudicados.