En el Congreso de Juego de Castilla y León la exreguladora de Asturias, Pilar Alonso, dijo que a los salones les faltaba más formación del personal y menos afanarse en servir en la barra. Por lo visto doña Pilar frecuenta con asiduidad éstos locales y tiene elementos de juicio para generalizar. Pero no van por ahí mis tiros. Lo que me llama la atención del caso es que la intervención de la señora Alonso no mereciera ninguna réplica o matización por parte de los empresarios de salones congregados en Aranda de Duero. Que los habían en buen número y con peso representativo. Ante semejante denuncia lo único que se produjo fue el chitón empresarial, enmudecer, morderse la lengua y aplaudir al final.
La situación descrita no es nueva y suele repetirse en las comparecencias de los políticos en los foros sectoriales. Basta recordar el congreso de ANESAR con la presencia de representantes políticos que habían puesto al sector a caer de un burro y a los que nadie dijo ni mu. Y el propio presidente, Pepe Vall, se mostró decepcionado con ésta ley del silencio.
El chitón empresarial frente a la clase política viene de lejos. El empresariado es consciente que su funcionamiento depende de decisiones políticas y se achanta, se traga los sapos que hagan falta e inclina la cerviz. Y tampoco es eso. Con respeto y argumentos hay que rebatir y clarificar. Sin complejos y apoyándose en la realidad. ¿O no se le hubieran podido hacer matizaciones a la señora Alonso sobre la formación en los salones? Otra ocasión perdida.