Y eso es lo que le ocurrió al amado líder durante el debate televisivo entre los aspirantes a la presidencia del gobierno. Que dicho sea de paso se pusieron pesadísimos y dejaron probada constancia de su escasa talla como hombres de estado. Aquello parecía un aula infantil en la que se competía por ver quién insultaba más o quién hacía más falsas promesas. Todo un espectáculo deprimente que invitaba a la reflexión y al desánimo al comprobar en que manos hemos caído.
Y en medio del gallinero interviene el amado líder y de pronto se saca de la chistera la mención de las casas de apuestas para señalarlas como problema de estado. Eso y lo de las “mamadas” fueron dos de las grandes aportaciones del arrogante y sabiondo podemita, tan pagado de sí mismo como el primer día. Y con un discurso rancio que es puro efectismo y verborrea barata para consumo de ingenuos. No estaría de más rejuvenecer el discurso, querido líder.