Contamos con reguladores valientes, de lo que no eluden plantar cara para atajar insidias o mentiras sobre el juego, que abundan más que en polen en primavera. No son todos, porque siempre existen excepciones. Hay reguladores orgullosos de su cometido que han hecho del sector dedicación y bandera; que se han comprometido con él y lo sienten como propio, sin que ello les reste autoridad ni tampoco sentido de la objetividad. Y los hay que ejercen su cometido por obligación y nula devoción y esto se nota en una gestión de la que cabe esperar más bien poco o nada. Pero en casos como éstos no cabe más que la resignación y esperar el relevo, cuanto antes mejor.
Reconforta oír voces de reguladores que nadan contra corriente, que son valientes. Particularmente en épocas de mareas embravecidas como las que estamos atravesando. Que con éste temporal salga la reguladora del juego del Principado de Asturias, Pilar Alonso, diciendo “que no se está hablando del riesgo de los rascas de la ONCE, que sí son aditivos”, reconforta y mucho. Más que por las palabras en sí, que no hacen sino reiterar una denuncia más que probada: los rascas son tremendamente aditivos y esto es una verdad como un templo. Lo que sucede es que no se dice, no se denuncia y al menos la señora Alonso ha tenido la valentía de hacerlo.
En casos como el que comentamos hacemos de lo debería ser un comportamiento habitual algo excepcional. No obstante bienvenidas sean actitudes como éstas. Bien por los reguladores valientes y ánimo para persistir en su postura. A los otros, confiar en que cojan pronto la puerta de salida.