Son trampas alarmistas, propias de fulleros, las que promueven las campañas contra el juego, ahora en boga y divulgadas por medios nada escrupulosos. Dice Pilar Alonso, directora general de Interior del Principado de Asturias, que ésta es una alarma social injustificada, basada en el desconocimiento y sin datos solventes en los que apoyarse.
Más que de desconocimiento aquí habría que hablar de un interés perverso destinado al socave del juego. Con intención manifiesta de dañar su imagen de normalidad. Y con unos inductores identificados, que saben lo que se llevan entre manos en abierta connivencia con medios que tocan al son que ellos les marcan. Todo, en éste asunto, huele a política oportunista y de nivel ínfimo, protagonizada por siglas e individuos tan faltos de ideas como sobrados de demagogia.
Refresca por ello un ambiente más bien enrarecido el que representantes de las Administraciones, caso Pilar Alonso, ayuden con sus palabras a desmontar tanto disparate, tanta insidia y tantísima falta de imaginación de los de siempre. Los que viven del cuento, la mentira y el encizañamiento social. Y de los que estamos hasta el gorro, por decirlo suavemente.