Un empresario valenciano del juego me pregunta: ¿ Crees que les va a dar tiempo a sacar la Ley del Juego antes de las elecciones ? No soy adivino pero pienso que después de los últimos arreones que se están produciendo y el afán competitivo de los partidos por presentar enmiendas, algunas muy peregrinas, el texto tiene visos de que será sancionado. El gobierno de don Ximo Puig quiere, antes de decir adiós, dejarle como testamento al sector una ley hecha a la medida de todos menos de los empresarios.
El proceso seguido con la elaboración de ésta normativa pasó, de fases de pura adormidera muy prolongadas, a un despertar que fue ganando velocidad de crucero a toda pastilla hasta llegar donde estamos, con el velocímetro echando humo. La consigna es acelerar y acelerar.
Si la ley recibe, finalmente, el espaldarazo de sus señorías el sector tendrá que asumir un testamento político en el que no le han dejado tener arte ni parte. Que se cocinó y aderezó a gusto de los que mandan, desdeñando la opinión de los empresarios y demostrando una manifiesta desconsideración hacia las asociaciones que los representan. Una ley, que en caso de prosperar algunas de las enmiendas de los partidos, dejará al juego a la luna de Valencia. O sea metido en las sombras de la noche, donde acechan los atracadores.