No hay día que pase sin que nos vayamos a la cama con ésa última ocurrencia política capaz de recordarnos las historietas del tebeo, por lo disparatadas y cómicas. Aunque en la mayoría de ocasiones carezcan de gracia y sean producto de una clase política tan pagada de si misma como candidata a caer, un día sí y otro también, en la irresponsabilidad y estupidez.
Viene esto a cuento de la decisión del gobierno de Extremadura de una serie de medidas sobre el juego responsable que imponen distancias entre los establecimientos de juego y controles más rígidos para su acceso. Los empresarios, que tendrán que llevar a cabo unas inversiones para adaptarse a las normativas, aducen que esto puede traducirse en pérdida de empleo. Y la reacción de la Junta ha sido fulminante: el informe de impacto sobre el empleo no prevé efectos ni directos ni indirectos. Y dicho lo cual se quedan más anchos que largos.
¿Pero de que informe están hablando? Ni han hecho análisis ni nada ni han profundizado lo más mínimo en el asunto. Han despachado con altanería la respuesta y, de paso, han tratado con desconsideración manifiesta a los empresarios del juego. Todo de tebeo, de pura risa, si no tuvieran serias repercusiones económicas y laborales.