Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Juego blanco y juego negro

8 de enero de 2019

No quiero ni pensar la que se hubiera montado si un chavalín, menor de edad, sale de un salón alborozado proclamando a los cuatro vientos que había ganado unos cientos de euros en la ruleta o la máquina. No cabe la suposición porque el personal del salón le hubiera impedido el acceso al local. Pero en caso de burlar la vigilancia y producirse el hecho, seguro que la noticia se habría filtrado y los de siempre no dejarían pasar la oportunidad para armar ruido a lo grande alertando sobre los peligros y los demonios que habitan en éstos locales. Leña e inquina contra el juego privado más que garantizada.

Si el chavalín en cuestión muestra su alegría con un décimo de la Lotería Nacional, comprada por él en una Administración del Estado, todo es jolgorio, alegría y ruido mediático en plan desenfadado y buenista. Es la doble vara de medir entre el juego público (blanco y no adictivo) y el privado (negro y pernicioso).

Esta es una imagen anacrónica que perdura y se impone en el ideario social. Una imagen falsa, engañosa y auspiciada por el propio Estado que se cuidó bien de endilgarle al juego privado la lacra de la inmediatez. Todo un ejercicio de cinismo estatal. Porque, señores míos, no hay juego blanco o negro. Sólo juego y sanseacabó.