Nadie me lo ha contado. Lo escuchó servidor de viva voz del consejero de Hacienda y Administraciones Públicas de Castilla La Mancha, don Juan Alfonso Ruiz Molina, que dijo en el acto inaugural de un establecimiento de juego “cuando más dinero ganen los empresarios del sector mayores recaudaciones obtendrá la administración y se crearán más puestos de trabajo”. Y uno estuvo a punto de exclamar olé ante el lenguaje directo y realista del consejero que no se perdía en circunloquios a los que nos tienen acostumbrado los políticos para no entrar en materia en cuestiones del juego.
De entonces acá el señor consejero ha experimentado una especie de transformación. Y del olé entusiasta que le dedicamos debemos pasar a los pitos de disconformidad. Don Juan Alfonso ha anunciado una ley de Juego de nuevo cuño para Castilla La Mancha más dura que la vigente, con restricciones, y amenazando con sanciones económicas muy superiores a las actuales que ya son altas.
Hemos tratado que el consejero nos explique las razones del endurecimiento que se proyecta para la regulación del juego y nos ha dado una larga cambiada, indicando que el asunto se encuentra en fase embrionaria y resulta por tanto prematuro hablar.
¿ No será que la transformación operada por don Juan Alfonso Ruiz de Molina obedece a una simple táctica política de sumarse a las campañas contra el juego orquestadas por la extrema izquierda ? ¿ Es una forma de seguirle el juego a los que les sirven de apoyo ?
En cualquier caso el cambio experimentado por el consejero es un ejemplo diáfano de la escasa fiabilidad que merece cierta clase política. Que desgraciadamente es mayoritaria.