Ante la tormenta mediática que está cayendo, con rayos y truenos encendiendo casi a diario el cielo del juego, el Observatorio Estatal del Bingo se resguarda y pone a cobijo de la lluvia torrentera que amenaza son asolar algunas casas y sus salones. Y sale diciendo algo así como que ésta tormenta no le afecta porque el bingo paga tres veces más tributos que nadie; porque el subsector es un dechado de responsabilidad social corporativa a través de sus férreos controles de acceso; porque asume con muchísima diferencia respecto al resto el mayor nivel de empleo. Y por éstas y otras razones de peso quiere equipararse en materia fiscal a otras propuestas más beneficiadas y ampliar su oferta.
¿Es oportuna ésta actitud aislacionista en un momento particularmente delicado en el que salones y apuestas con blanco de virulentos ataques políticos y mediáticos? Habrá opiniones para todos los gustos en función de que lado se emitan. Parto del hecho objetivo de que el bingo ha sido y es el sector más castigado por la crisis, por la tributación desmedida y por las medidas coercitivas que soporta. Pero, admitiendo ésta realidad, no parecía éste el momento más indicado para abrir el paraguas y ponerse a cubierto esperando que le salpique al vecino. Olvidando que la lluvia, si es muy persistente, al final cala a todos.
La metáfora de éste comentario deja constancia de que la tan cacareada unidad del juego es una quimera, un sueño tantas veces fallido y un imposible acreditado. En el fondo, una pena.