Ante los consabidos ataques de los podemistas con su cantinela contra los salones y el juego, que por reiterativo y falto de originalidad duerme hasta las marmotas, la consejera de Seguridad del gobierno de Euskadi, Estefanía Beltrán de Heredia, se mostró tajante: “El juego no representa ninguna alarma social ni una lacra. Y nosotros estamos trabajando para reducir el número de adicciones”.
Con éstas palabras calló la boca a voceros del juego y sus catástrofes sociales que no cesan de dar la murga y actuar como monos de repetición de un guión previamente suministrado y escrito por quienes han hecho del juego su bestia maldita.
Es conveniente que actitudes y respuestas públicas como las de la consejera vasca abunden y sean más habituales. Cuando tantas barbaridades de están propagando desde las tribunas parlamentarias y los foros públicos son los políticos que tutelan el juego, y de los que se derivan para sus arcas sustanciosos ingresos, los que deben salir de cuando en cuando a la palestra y desdecir muchas mentiras, poner coto a manipulaciones escandalosas y tratar de aportar un poco de objetividad ante tanta desmesura, tanto alarmismo sin fundamento, tanta invocación al escándalo. Los políticos no pueden ni deben eludir sus responsabilidades en ésta materia. Sobre todo cuando es objeto de ataques tan desmedidos como infundados. Tienen que mojarse, no esquivar el toro, ni emboscarse en el silencio. Deben dar la cara. Aunque algunos la tengan muy dura.
