La proliferación de eventos del juego y sus mesas de debate ha hecho que en la mayoría de ocasiones se repitan los nombres de los intervinientes. Algunos de ellos aportan sal y pimienta al cruce de opiniones y dicen cosas interesantes, pero sus comparecencias, tan repetitivas, pierden fuerza por el conocimiento múltiple del actor en sí y de una parte de su argumentario.
Las entidades que promueven estos encuentros suelen recurrir a llevar a estos nombres a sus tribunas por razones de índole política o económica. Y no pueden ser censurados por ello, puesto que elección obedece muchas veces a criterios de estrategia vinculados a la obtención de unos objetivos concretos. Lo que significa que su margen de libertad es limitado y se deben a determinadas hipotecas.
La Junta de Castilla y León tiene las manos libres en ése sentido. Y llegado el momento de organizar sus mesas redondas, deja la puerta abierta a la participación de actores inéditos, que acertarán más o menos en sus exposiciones, que emitirán juicios más o menos atractivos, pero que servirán para renovar un escenario que se ha convertido en algo monótono al contar de ordinario con los mismos actores. Muy buenos actores en algunos casos, si bien excesivamente vistos y oídos.
Renovar el escenario, contratar intérpretes nuevos y dejar que entre aire fresco es medida saludable. La Junta de Castilla y León lo hace en su Congreso y lo celebramos.