La noticia salta de vez en cuando al primer plano de la información. Pero ya ni sobresalta, ni enciende las alarmas y más bien preocupa poco. Es una reiteración rutinaria, un hecho sabido, una realidad que hay que asumir aunque contravenga todas las reglas. Hablamos del juego ilegal, De los chiringuitos que se montan, que son unos cuantos y que manejan tela, y de los que de tarde en tarde se destapa alguno. Como ése de Benidorm exclusivo para ciudadanos británicos, con sus cuatro empleados, su partida con 1.500 euros desembolsados y sus miles de euritos en caja. Y todo funcionando sin impuestos que valgan, sin controles ni medidas de seguridad y con una desfachatez que asombra.
No sé cuanto tiempo llevaría funcionando éste garito. A lo mejor mucho como otros de su cuerda. Y llevándose los euros por la patilla. Pero lo que sí me consta es que al pirata responsable del tinglado no lo meterán en la trena. Pasará por comisaría, una ligera sanción y de patitas a la calle. Y continuará con otra cara en el negocio, ilegal por supuesto.
No me negarán que contrasta ésta suavidad administrativa, éste guante blanco para el clandestino, con la rigurosidad y en ocasiones saña que se emplea con el empresario que cumple rigurosamente una normativa muchas veces asfixiante e injustificada en su tremenda rigidez. Y al que por una tontería de escasa entidad le levantan acta y le pegan el palo económico. Y mientras los jetas invitando al hagan juego, señores, hagan juego….ilegal.