Existe un litigio entre los trabajadores del Casino de León y su empresa. No voy a entrar en el fondo del enfrentamiento cuyas causas desconozco. Es algo que tendrán que dirimir entre los empleados representados por sus sindicatos y la propiedad del negocio. Esos son los cauces legalmente establecidos y las vías de negociación para buscar salida al conflicto.
Lo que chirría y mucho es que en medio del conflicto aparezca el PCE, sí el partido comunista, reforzado en éste caso por si hacía falta por las juventudes comunistas para demandar justicia, movilizaciones, paros laborales y la consabida táctica de calentar la calle, avivar el fuego de la discordia y fomentar el odio patrón-obrero. Todo muy propio de su catón ideológico.
Las empresas y los trabajadores están para lo que están. Y ambos tienen que entenderse mientras sea posible mediante el diálogo y la negociación. Pero sin interferencias políticas, sin apariciones fantasmas, sin oportunismos comunistas que van a lo suyo: agitación callejera, excitación de la masa, consignas belicosas y demás. Que apliquen sus rancios manuales de actuación en las causas generales. Pero lejos, muy lejos de las empresas donde nada pintan.