En el universo del juego español los nombres de notables que lo conforman son cientos o miles. A lo largo de cuarenta años más que cumplidos de actividad la nómina de mujeres y hombres que han desempeñado un papel destacado es múltiple. Pero Charo sólo hay una. Se la identifica simplemente por las cinco letras recibidas en el bautismo. Y por ello hablar de Charo García Sanz es alargar innecesariamente la cosa, con decir Charo queda dicho todo.
Contados funcionarios o políticos de las administraciones españolas hay capaces de hacer un relato amplio y verídico del juego en nuestro país como el que puede aportar Charo. Una Charo joven, despierta y vivaracha, y con sus dosis de autoridad y firmeza cuando la ocasión lo requería, que comenzó en el ministerio del Interior, pasó a la Comisión Nacional del Juego y finalmente terminó recalando en la Comunidad de Madrid, donde en septiembre pondrá un punto y aparte en su vida para disfrutar de la merecida jubilación.
Charo, que en los albores del juego tenía mando en plaza y era tan respetada como temida, atesora unas vivencias muy jugosas, pródigas en secretos y anécdotas, porque ella fue durante un puñado de años los ojos y los oídos de un sector y quién vivió desde una primera línea de fuego, y nunca mejor dicho, sus avatares, incidentes y su plena evolución.
Charo puede exhibir con orgullo una biografía profesional vinculada de manera directísima al alumbramiento y posterior desarrollo del juego. Y ser testigo de excepción de muchas páginas cruciales para la actividad y sus procesos de normalización. En las que su presencia y sus conocimientos del tema se dejaron sentir y escuchar.
Pepe Vall, presidente de ANESAR, en el homenaje tan justo como acertado tributado a Charo García Sanz, evocó los recuerdos que inspiraba por sus muchos años de trabajo, sus regañinas, sus consejos y ése siempre su espíritu firme de estar ahí, dispuesta a prestar la ayuda que se le solicitara. “Nos queremos”, dijo Vall en alusión a un cariño que es mutuo y del que yo quiero participar. No en vano me enorgullezco de pertenecer a ésa generación que estuvo en las trincheras del juego cuando la batalla comenzaba. Y tenía a Charo como atenta vigía. Gracias y feliz retiro, querida.