El desempeño de un cargo público hace que en ocasiones quién lo ejerce sea objeto de una transformación personal. Que empuja al individuo en cuestión al envaramiento, la circunspección y un cierto aire displicente en su relación con los demás. Cuando ésta mutación de la personalidad se produce éstos tíos se autoelevan por sí solos y miran al resto de los mortales desde la cima conquistada por su autoridad. ¿Que si podrían citarse en el juego casos que han respondido o responden a éstos perfiles? Por supuesto: abundaron en épocas pasadas y todavía surge algún brote de semejante especie.
Afortunadamente en la mayoría de los casos quienes ejercen desde la administración la responsabilidad del juego han adoptado posturas presididas por la naturalidad en sus contactos con asociaciones y empresarios. Un ejemplo de ello lo encarna, por citar un nombre, Juan Espinosa. El responsable de la DGOJ ha mostrado desde la asunción del cargo una absoluta predisposición a la hora de acudir a foros de debate y eventos organizados por el sector. Y lo ha hecho poniendo de manifiesto un talante abierto, de cercanía y cordialidad hacia los profesionales del juego. Y con una acusada voluntad de entendimiento a pesar de que su departamento desarrolla unas funciones específicas y limitadas a las prácticas online.
La actitud de Juan Espinosa de estrechar lazos con el juego presencial, de mantener una comunicación fluída y de empaparse de su realidad elogiable. Y lo es sobre todo cuando se lleva a cabo de manera natural y sin afectaciones.
Pienso que los reguladores del juego estarían obligados al mantenimiento de un marco de relaciones más estrecho y menos protocolario con asociaciones y empresas del sector con peso evidente dentro del mismo. Hay que tomarle el pulso a la actividad desde dentro, pisando el suelo de sus problemas y escuchando con atención las reflexiones de quienes llevan las riendas de sus negocios.
Volviendo al principio de éste comentario reitero que actitudes como las de Juan Espinosa al frente de la DGOJ ayudan al acercamiento de la administración hacia sus administrados desde una base de igualdad y de diálogo. Sin recelos y reduciendo distancias.