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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Madrid, Madrid, Madrid

31 de marzo de 2017

Madrid, Madrid, Madrid. Hay que empezar el artículo con música de chotis aunque el tema más bien huele a choteo. Entramos en el segundo capítulo, que igual no es el último, del culebrón protagonizado por la Comunidad con el grupo norteamericano Cordish y nos enteramos que la presidenta, Cristina Cifuentes, recibió a los autores del proyecto , les dio las gracias por su interés por invertir pero les dijo que si pretenden levantar sus torres, su casino y sus cositas deben de empezar de nuevo. O sea iniciar un camino administrativo y burocrático que presumo fácil, diligente y capaz de resolverse en un satiamén.

Todo esto acontece después de que la Comunidad diera casi por bueno y por hecho el proyecto presentado por Cordish. Y de despejar cualquier duda o reticencia sobre su viabilidad, asegurando que el asunto estaba en estado fetén como diría un castizo.

No está en mi intención romper ninguna lanza por Cordish ni por su proyecto que me trae al fresco. Aunque de entrada ya expuse en su momento las más serias dudas que tenía sobre su realización. Los americanos, como aconteció con Adelson, han venido para vendernos su burra millonaria y pedirnos a cambio todo lo habido y por haber en materia de cesiones y bajada de pantalones, perdón: de impuestos.

Al margen de ésta reflexión, lo que tampoco parece muy serio es que los servicios de la Comunidad digan, después de insinuarse con reiteración que el proyecto estaba en el mejor de los caminos para optar a la bendiciones oficiales, que se ha analizado la documentación aportada y en base a la misma está la decisión de desestimarlo.

Estos asuntos, que trascienden al exterior y en lo que queda reflejo de la Comunidad de Madrid y de nuestro país en general, tienen que abordarse desde la perspectiva del máximo rigor y sin que trasciendan filtraciones que posteriormente acaban en el desmentido más rotundo. Se ha hecho un flaquísimo favor a la Comunidad dando por bueno un asunto que ha quedado en nada. En palabras, ríos de tinta y poco más. A la próxima hay que tomar nota: Hay que hacer acopio de seriedad antes de pronunciarse de manera taxativa. Porque de lo contrario se roza el ridículo.