Hay mucha asociación acojonada y no pocos directivos que, aunque tratan de disimularlo, no pueden ocultar una clara cobardía frente a la Administración. Estamos hartos de escuchar a personajes que no paran de decir: tenemos que ser muy prudentes, no conviene que esto salga a la luz porque luego en la administración se cabrean y no nos concederán lo que pedimos.
Mientras éstos complejos subsistan en los representantes empresariales, mientras se doble la cerviz ante el funcionario gallito de turno o el regulador, mientras no se esgriman con energía los argumentos avalados por la certidumbre frente al representante de la administración cuyo salario pagamos todos, el juego seguirá arrastrando un serio complejo de inferioridad que disminuirá su entidad como colectivo. O dicho de otro modo: el juego empresarialmente estará en la segunda división de la patronal.
Existe por parte de representantes asociativos y empresariales una postura sumisa, de alfombra para pisar, hacia la administración. A la que no conviene irritar porque luego pasa lo que pasa. ¿ Esto es miedo, vuelta a los primeros años de la legalización de la actividad, donde el caciquillo de turno, se llamara Mendioroz o como fuere alardeaba de tener al sector cogido por la entrepierna ?.
Conviene situarse en el presente. Los años han cambiado, las formas también y si quedan reductos de antaño son los empresarios los llamados a acabar con ellos. Mirando a los ojos del interlocutor de turno, sin bajar la mirada, y defendiendo con naturalidad y sin complejos las lentejas del sector. Que es de lo que se trata.
Tenemos que convencernos que los políticos, los funcionarios maman de la teta de la ciudadanía y están para servirla. Y no para amedentrarla o acollonarla. Porque Franco, que se sepa, no ha resucitado. Si seguimos con el cuidado, ojo, que no se molesten, estamos perdidos. De los cobardes nunca se ha escrito nada. Bueno, por supuesto.